“La Cancillería reconoce el colapso de los consulados en países como Estados Unidos y España. Migrantes denuncian esperas de hasta siete horas, un mercado negro de citas y trámites que se vuelven imposibles. La falta de personal, la tecnología obsoleta y la ausencia de un sistema transparente han convertido lo que debería ser un servicio esencial en una crisis estructural que vulnera derechos.”
Lo que para algunos son simples trámites, para millones de colombianos en el exterior se ha convertido en un dolor de cabeza: filas que comienzan de madrugada y que terminan bajo el sol de Miami, sistemas digitales que relegan a miles en Madrid y un grito común de abandono en cada consulado colombiano. Según un informe reciente de Infobae, el Ministerio de Relaciones Exteriores reconoció que miles de connacionales enfrentan demoras en la renovación de pasaportes y otros trámites, debido a una carencia alarmante de recursos humanos y materiales, situación que se repite en países como Estados Unidos, España, Italia, Panamá y Australia.
Entre los múltiples escenarios de crisis, destacan Estados Unidos y España: plataformas de citas que se saturan en minutos, trámites que se demoran meses y un personal claramente insuficiente para responder a la demanda. A este panorama se suma un fenómeno aún más indignante: el mercado negro de turnos, en el que intermediarios cobran entre 100 y 200 euros o dólares por citas que deberían ser gratuitas. El País documentó cómo este negocio ilegal golpea a varias comunidades migrantes, incluida la colombiana.
Más allá de las cifras: el drama humano
Las estadísticas hablan de colapso, pero detrás de cada número hay un rostro y una historia concreta. Lo que en los informes se presenta como “falta de capacidad humana y material” se traduce, en la vida diaria, en un posible trabajo perdido, un encuentro con la familia fallido, llamadas eternas o en la humillación de tener que pagar por un derecho que se supone es básico y gratuito. El panorama no cambia, desde Nueva York hasta Madrid, pasando por Miami y Orlando, los relatos se repiten con la misma crudeza: el consulado, que debería ser un puente entre Colombia y sus migrantes, se convierte en un muro que desgasta.

Voces migrantes: denuncias desde Nueva York, Miami y Madrid
De Nueva York a Madrid, las historias son las mismas: filas interminables, citas imposibles y voces que se niegan a callar.
Nueva York: Las reseñas en Google Maps y Yelp son un eco constante de frustración. Una usuaria relató que llevaba más de tres meses entrando al sistema sin lograr una cita: “Es desesperante, uno entra todos los días y nunca hay disponibilidad”. Otros migrantes denunciaron que los turnos “desaparecen en segundos” y parecieran terminar en manos de revendedores.
Mónica Betancourt, lo resumió con rabia: “¿Cómo es posible que me meta un primero del mes y no haya forma de pedir una cita para nada? ¿Y cómo es posible que tengamos que pagarle a alguien 30 usd y hasta más por una cita? ¿Quién responde por eso? ¿Qué está pasando? ¡Necesitamos una respuesta! ¡No podemos hacer ningún trámite sin un intermediario!
Grace Martinez fue igual de tajante: “Increíble que el servicio en el extranjero sea igual de pésimo que en Colombia, es ridículo que el agendamiento de citas sea exclusivamente en línea y que apenas se habiliten ya no hayan citas. Que uno se tenga que ver obligado a pagar tramitadores y que uno no pueda ni comunicarse por teléfono con personal del consulado. ¡Definitivamente que decepción!
Y Tomás Mosquera describió con impotencia su experiencia: “la página es una pesadilla, ni siquiera abre el enlace de citas en la dirección ip que dan , por vía telefónica no contestan, mantiene copado el horario de citas.
Miami: La historia se centra en Flor Marina Saavedra, residente en West Palm Beach. Su jornada comenzó de madrugada, con un viaje de dos horas hasta Coral Gables, donde la fila ya serpenteaba por la acera a las seis de la mañana. Decenas de personas intentaban resistir el calor con sombrillas y botellas de agua, conscientes de que el día sería largo. Flor Marina dijo a Univision Miami que esperó siete horas hasta ser atendida. Otro usuario entrevistado añadió que tuvo que pedir permiso en su trabajo, perdiendo un día de salario para renovar su pasaporte.
Madrid: En España, el sistema de citas ha estallado en un mercado ilegal. El País recogió la historia de Teresa, una colombiana de unos 50 años y solicitante de asilo, que tras más de dos años sin respuesta tuvo que pagar 150 € a intermediarios para acceder a una cita: “No sé cómo lo hacen, pero lo consiguen”. El reportaje advierte que esta práctica no es aislada: los revendedores emplean programas automatizados (bots) para acaparar los turnos gratuitos y luego venderlos por entre 100 y 500 €. “O pagas o te quedas fuera”, dijo otro afectado. Lo que debería ser un trámite gratuito se convierte así en un derecho vulnerado.
Cada voz relatada no es solo una anécdota: es la prueba de un derecho que se desvanece frente a ventanillas de un sistema que debería protegerlo. Lo que en Nueva York, Miami o Madrid aparece como una historia aislada, en conjunto revela un patrón que refleja la fragilidad institucional de la Cancillería.
Derechos vulnerados y Cancillería indiferente
La crisis no es invisible para la Cancillería. En julio de 2025, la cónsul en Madrid, Gillian Maghmud, admitió que apenas siete funcionarios deben atender a más de 160.000 colombianos registrados en esa jurisdicción, lo que confirma el colapso operativo. La cónsul en Barcelona fue aún más explícita: “Nuestra capacidad humana y material es absolutamente insuficiente… estamos en una grave situación de colapso”.
Las causas son claras: falta de personal, bajo presupuesto operativo, recursos materiales insuficientes y tecnología obsoleta. La asociación diplomática ASODIPLO (Asociación Diplomática y Consular de Colombia) alertó que el “plan de choque” de la Cancillería es insuficiente y pidió ampliar la planta. Ya en el informe de empalme oficial se advertía de la necesidad de ampliar la cantidad de funcionarios , evidenciando de esta manera un déficit que viene de años.
Y si los datos lo evidencian con crudeza, las voces ciudadanas lo gritan aún más fuerte…

Del silencio a la denuncia: la voz creciente de los ciudadanos
El silencio comienza a quebrarse. En ciudades como Houston, los propios usuarios han puesto en evidencia las irregularidades. El consulado colombiano en esa ciudad advirtió recientemente sobre estafas con turnos gratuitos que eran revendidos a través de redes sociales, una práctica denunciada por la comunidad y confirmada en un reportaje de La Nación. Lo que antes quedaba en reclamos individuales hoy se transforma en denuncias colectivas que presionan a las autoridades competentes a dar respuestas.
Como activista, ya lo había advertido en un texto anterior: conseguir una cita en el Consulado de Colombia en Nueva York era una auténtica odisea, marcada por sistemas colapsados y trámites imposibles. Lo que muchos pensaban que era un problema aislado terminó confirmándose como una crisis estructural que hoy se repite en consulados de distintos continentes.
Lee la crónica previa: “La odisea de conseguir una cita en el consulado de Colombia en Nueva York”.
Lo que reclaman los colombianos en el exterior
No se piden favores, se exigen derechos. Estos son los puntos clave a poner sobre la mesa.
Más personal en consulados saturados: En Madrid, apenas siete funcionarios atienden a más de 160.000 colombianos; en ciudades como Nueva York o Miami, la cifra de usuarios supera con creces la capacidad instalada. Este déficit no es nuevo: desde hace años, los informes de empalme advierten que la Cancillería mantiene congelada su planta, pese al crecimiento constante de la diáspora.
Un sistema de citas transparente y blindado: La comunidad migrante reclama una plataforma digital que bloquee bots y acaparadores de turnos. Un software auditable, con mecanismos de seguridad que garanticen que las citas se asignan a quienes realmente las solicitan y no a quienes lucran con ellas en un mercado paralelo. Este debate se conecta directamente con otra preocupación frecuente: la falta de confianza en los trámites digitales, como ya se analizó en ¿Son seguros los formularios digitales de los consulados colombianos?
Jornadas móviles e itinerantes: Brigadas consulares que recorran regularmente las ciudades donde la demanda supera la capacidad instalada, como Orlando, Houston o Barcelona. Estas iniciativas, aplicadas de manera esporádica en el pasado, deberían convertirse en parte de la política permanente de atención.
Cuando el consulado deja de ser refugio

Cada consulado debería ser un refugio al cruzar la frontera, pero hoy se ha convertido en una muralla que excluye. Lo que debería ser un puente hacia la patria es, en demasiados casos, un obstáculo que multiplica la angustia de los migrantes.
Las historias de Nueva York, Miami o Madrid no son excepciones: son la evidencia de una diáspora que sostiene al país con su trabajo y con más de 10.000 millones de dólares en remesas cada año, pero que al mismo tiempo encuentra puertas cerradas y teléfonos sin voz cuando exige un servicio digno. La Cancillería no puede seguir actuando como si los colombianos en el exterior tuvieran menos derecho a un servicio digno: la ciudadanía no depende de la residencia, y los derechos deben protegerse más allá de las fronteras.
El llamado es imperativo: la Cancillería debe dejar de postergar soluciones y asumir que la crisis consular es el reflejo de un abandono estatal que ya no admite excusas. Cada cita perdida y cada pasaporte atrapado en una ventanilla no representan simples trámites, representan una historia de vida. Y esas vidas merecen algo más que excusas: merecen acción inmediata, transparencia en los sistemas y un Estado que no les dé la espalda. Porque los derechos no se mendigan: se exigen, y los colombianos en el exterior ya los están exigiendo.
¿Has vivido una experiencia similar en un consulado colombiano en el exterior?
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