¿Representación o marketing electoral?
De acuerdo con la más reciente encuesta elaborada por Guarumo - Ecoanalítica, (firma consultora avalada por el Consejo Nacional Electoral), más de 70 nombres se proyectan como posibles aspirantes a la presidencia de Colombia en 2026. Sí, leíste bien: ¡más de setenta! Una cifra tan exagerada que uno no sabe si está revisando un informe político o un casting para un nuevo reality show nacional. Lo cierto es que el panorama electoral empieza a tomar forma, al menos en la superficie, porque las propuestas reales siguen ausentes.
El informe general, publicado en julio de 2025, no solo recoge percepciones ciudadanas sobre intención de voto, sino también un análisis digital que mide la presencia, interacciones y menciones de estos precandidatos en redes sociales. Y aunque algunos nombres ya figuran con fuerza,resulta inquietante que el análisis se concentre tanto en el eco mediático y tan poco en las ideas. Esto, tristemente, dice mucho del tipo de democracia que estamos cultivando; en un país tan fragmentado y con tantas necesidades, ¿desde cuándo la popularidad en X o Instagram se volvió el principal criterio para aspirar a la presidencia?
Vale la pena mencionar que los likes no hacen líderes. Pero eso no impide que muchos se esfuercen más en las fotos perfectamente posadas que en las propuestas para transformar el país. ¿Y los colombianos en el exterior? Bien, gracias.
¿Se evidencia en la encuesta Guarumo más nombres que ideas?

El análisis digital de Guarumo lista figuras recurrentes en el ámbito político como Gustavo Bolivar, Miguel Uribe (ahora fallecido) , Sergio Fajardo, Daniel Quintero, Iván Cepeda Claudia López, Maria Fernanda Cabal, entre otros . También se cuelan personajes emergentes y otros que no tienen partido ni aval, pero sí redes sociales activas.
En este escenario saturado de nombres, hashtags y mensajes cuidadosamente diseñados, hay una ausencia evidente que no podemos dejar pasar: ¿quién está hablando realmente de los colombianos en el exterior?
Vayamos al fondo: si bien ni el informe cuantitativo, ni el análisis digital están proyectados para realizar mención alguna sobre las propuestas dirigidas a la diáspora colombiana, quisiera ser espectador de cómo en los próximos discursos y agendas de este radar político incluyen los candidatos a los más de cinco millones de ciudadanos que viven fuera del país —que siguen votando, enviando remesas y participando activamente— Ojalá no sean inexistentes.
No nos digamos mentiras, a pesar de que únicamente los precandidatos que cumplan con los requisitos establecidos en las fechas límite podrán realizar su inscripción oficial como candidatos desde el 31 enero hasta el 13 de marzo de 2026. Todos sabemos que la “carrera” ya empezó. Algunos ya estan en “campaña” solapada, esto pese a que la propaganda política en espacios públicos de Colombia solo puede iniciar legalmente tres meses antes de las elecciones.
El peso simbólico del voto en el exterior: una foto vacía
Votar desde el exterior en Colombia no es un derecho sencillo de ejercer. En la práctica, es un laberinto lleno de trabas: largas distancias a los consulados, falta de citas, baja cobertura consular, desinformación oficial, cambios de último momento y ausencia de pedagogía electoral. Todo esto sin contar con la precaria inversión del Estado en infraestructura democrática para la diáspora.
Aun así, participamos. En 2022, para la primera vuelta de las elecciones presidenciales, votamos más de 300.000 colombianos desde el exterior, a pesar de los obstáculos. Pero ¿sirve de algo si nuestra voz no se convierte en acción política concreta?
El problema en realidad es que el voto exterior se ha convertido en una pose democrática. Algo bonito para mostrar, para incluir en informes de transparencia electoral, para presumir de “inclusión ”. Pero en el fondo, se trata de un ejercicio vacío, que no se traduce en una representación política efectiva.

Fotos, promesas y visitas: el ritual de campaña que se repite
Ya sabemos lo que viene. Como cada cuatro años, asistiremos al ritual de la falsa empatía, la sonrisa de molde y el discurso mediocre. Aspirantes presidenciales recorriendo calles, ciudades, consulados, reuniéndose con asociaciones de migrantes, comiendo platos “típicos”, tomándose fotos con líderes comunitarios, ensayando discursos en los que repetirán frases como “ustedes son la fuerza invisible de Colombia” o “necesitamos construir puentes con la diáspora”.
Pero no nos dejemos engañar. No lo hacen por convicción, sino por conveniencia. Porque los votos desde el exterior sí cuentan. Porque las redes sociales de las organizaciones migrantes generan eco y lamentablemente al parecer las interacciones pesan más. Porque una buena foto en Madrid, Nueva York o París da puntos en el algoritmo electoral.
Sin embargo, el chiste se cuenta solo, como si fuera un show mediático, veremos a los aspirantes hacer todo lo posible por “caer bien”, sin comprometerse con nada. Y mientras tanto, las comunidades en el exterior seguiremos viendo cómo se reparten millones de pesos en publicidad nacional… mientras conseguir una cita en los consulados termina siendo una odisea.
¿Dónde están nuestras propuestas?: queremos representación real
Nos cansamos. Nos cansamos de ser usados como recurso meramente visual y lingüístico. De ser parte del “reality electoral”, pero no del diseño de país. No queremos más abrazos de campaña, ni promesas recicladas. Queremos políticas públicas claras, permanentes y con recursos asignados.
Queremos poder ser incluidos en el Plan Nacional de Desarrollo. Queremos ser incluidos en las estrategias de cooperación. Queremos tener voz en la definición de nuestra representación política. Queremos que se respeten y se fortalezcan nuestros derechos, y que la circunscripción internacional, no se reduzca a una curul simbólica.
Nos encantaría —de verdad— ver una mención clara en los discursos de campaña sobre el fortalecimiento de consulados móviles, la ampliación del personal en las sedes consulares, la implementación de canales de atención en línea 24/7, o la inversión en participación ciudadana de la diáspora. También nos encantaría escuchar que la circunscripción internacional tendrá una representación política real y no será, como hasta el momento, una figura decorativa. No obstante, por ahora, todo es especulación y estrategia.
Y sí, también queremos votar sin obstáculos. Queremos consulados que funcionen. Queremos una Cancillería que no solo administre papeles, sino que garantice derechos.
La responsabilidad también es nuestra: el voto en el exterior no se regala
No todo es culpa de los políticos. También tenemos que asumir nuestra parte. Bien dicen que el que no conoce su historia está condenado a repetirla; nosotros la conocemos. Los colombianos en el exterior debemos informarnos, organizarnos, y dejar de votar por quien más nos sonríe. Porque el voto desde el exterior no se regala, se gana. Y se gana con propuestas concretas, con compromiso, con acciones sostenidas más allá de la campaña.
Es tiempo de exigir. De pedir debates públicos donde se aborden los derechos de la diáspora. De construir agendas migrantes desde y para las comunidades. De hablar con claridad y con fuerza.
Porque si no lo hacemos nosotros, nadie más lo hará.
¿Y tú, colombiano en el exterior, vas a votar por el que te sonríe en campaña… o por el que te incluye durante todo su periodo de gobierno?
Las elecciones presidenciales de 2026 son una oportunidad para decidir si seguimos siendo espectadores desde la frontera o voceros por Colombia en el exterior. No podemos permitir que se repita la historia. No podemos seguir celebrando y reaccionando a la foto publicada en redes sociales, mientras los gobernantes se llenan la boca afirmando que construyen país. Uno sin nosotros. Así que la próxima vez que veas a un precandidato en redes hablando de “un nuevo país para todos”, pregúntale esto: ¿Ese “todos” incluye también a los que estamos afuera?
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