Colombianos en el exterior: una comunidad que de manera inadvertida sostiene el desarrollo nacional

Colombianos en el exterior: una comunidad que de manera inadvertida sostiene el desarrollo nacional

Colombianos En EL Exterior

“Miles de colombianos anualmente salen de su país en busca de mejores oportunidades. Con toda una historia empacada en una maleta, un manojo de lágrimas y muchos sueños por cumplir, se despiden de sus familias para construir sus nuevas vidas a millones de kilómetros.”


Una vida llena de oportunidades

Según el estudio de caracterización de los colombianos en el exterior, emitido por la Cancillería de Colombia (Ministerio de Relaciones Exteriores), alrededor de 5.500.000 (cinco millones quinientos mil) colombianos residen fuera del país.

De esta cifra, el 91% se encuentra en naciones como España, Estados Unidos, México, Venezuela, Ecuador, Chile y Canadá. Si bien los motivos de esta decisión pueden ser diversos, el principal es la búsqueda de una vida más digna: mejores oportunidades laborales, económicas y educativas.

Las remesas: más que números

Miles de colombianos anualmente salen de su país en busca de mejores oportunidades. Con toda una historia empacada en una maleta, un manojo de lágrimas, un nudo en la garganta y muchos sueños por cumplir, se despiden de sus familias para construir sus nuevas vidas a millones de kilómetros. Lejos en distancia pero cercanos en corazón, estos ciudadanos migrantes no solo sostienen fuertes lazos con Colombia, sino que de manera casi que desapercibida aportan al desarrollo económico, social y cultural del territorio.

Una verdad ineludible de esta situación es que, al partir, muchos de los migrantes lo hacen por medio de la esperanza y a través de la ilusión: la esperanza de cambiar sus realidades y las de sus familias que se quedan en el país y la ilusión, la de trabajar fuerte, para que con el paso del tiempo exista un cambio, un cambio que esperaron por años en sus territorios, pero que no vieron llegar, incluso a pesar de sus esfuerzos.

Al traer a conversación sobre los aportes que la comunidad migrante realiza a la nación, lo primero que se pone sobre la mesa son las remesas. Aunque estas suelen ser percibidas desde un ámbito netamente numérico y aportan de manera significativa al desarrollo económico del país, la realidad es que son muchos más que cifras.

Las remesas como tejido social

Las remesas también pueden ser vistas como parte del tejido social, es decir, una transferencia intangible pero con un gran impacto bidireccional. Contribuciones sociales, culturales, aprendizajes, conocimientos, que aportan paralelamente tanto al país de origen como al lugar de residencia.

Levitt Piagget (1998) indica que "Las remesas también pueden ser de naturaleza social, tal como sucede con las ideas, conductas, identidades, capital social y los saberes que los migrantes obtienen durante su estancia en otra región del país o en el extranjero y que pueden compartir con sus comunidades de procedencia." (página 927)

Las remesas, son pues, la representación de los lazos que sostienen millones de colombianos con sus familias y que trascienden fronteras. Más que dinero son un grito de esperanza, demostraciones de afecto, que de una u otra manera hacen sentirse más próximos. Aun cuando la barrera de la distancia se interpone, no lo hacen las ganas de ayudar a sus familias, de contribuir en mejorar sus vidas, intervenir en su educación, o en ofrecer la oportunidad de tener una vivienda, un negocio propio y, por qué no, un mejor futuro, más estable y digno.


woman holding book on beach
Photo by Priscilla Du Preez 🇨🇦 / Unsplash

Aporte de los colombianos en el exterior a la economía colombiana

Ahora bien, en términos estrictamente económicos, el impacto de las remesas en Colombia es monumental. En 2021, los hogares colombianos recibieron aproximadamente USD 8.597 millones en remesas, lo que representó un crecimiento del 24,4 % anual, una cifra no vista desde inicios del milenio. Para 2023, este flujo financiero rompió todos los récords, alcanzando un promedio diario de USD 27,6 millones, y un total anual de USD 10.091 millones.

De acuerdo a datos proporcionados por el Banco de la República de Colombia (BRC), el incremento de colombianos en el exterior es proporcional al aumento de los ingresos de dinero internacionales. De hecho, se estima que las remesas presentaron una alza en los periodos comprendidos entre 2021-2024 y representaron un aporte histórico de 2,8% al Producto Interno Bruto (PIB) del país, con un monto equivalente a mil millones de dólares al mes, en el año 2024.

Esta transferencia de capital coloca a las remesas como el segundo renglón más importante en la balanza macroeconómica nacional, únicamente superado por el petróleo. Un dato que no solo subraya su importancia financiera, sino que exige un reconocimiento institucional acorde.

Impacto directo en la economía local

Vale la pena destacar que las regiones que más reciben remesas también experimentan beneficios sociales importantes. Desde mejor acceso a educación y salud, hasta la posibilidad de iniciar proyectos productivos, las remesas se convierten en impulsores del desarrollo local. Representan para un gran número de colombianos un aporte fundamental a su economía; incluso para muchas familias es un alivio económico, un ingreso adicional que permite no solo mantener el hogar, sino que también invertir en vivienda o en educación.

Aun cuando el migrar en ocasiones no es como lo pintan, y no todos viven la misma experiencia, varios connacionales han encontrado en otro lugar la estabilidad que tanto esperaron encontrar en su país. Pues, en muchos casos, estas transferencias han evitado que algunas familias caigan en la pobreza, sobre todo en contextos económicos difíciles. De esta forma, los migrantes colombianos son actores clave en la reducción de la pobreza y en la mejora de la calidad de vida de miles de hogares en todo el país.

El dinero enviado desde el exterior también genera empleo indirecto al dinamizar sectores como el comercio, los servicios, la vivienda y la educación. Esta relación directa entre remesas y bienestar social refuerza aún más la necesidad de diseñar políticas públicas que fortalezcan y potencien este vínculo.

Conclusión

Si bien es cierto que los aportes económicos, culturales, sociales e intelectuales de parte de la comunidad colombiana migrante al país son innegables, la manera en la que el estado responde es contradictoria. La falta de respaldo institucional, representación política, garantía de derechos fundamentales y acceso a servicios consulares, deja mucho que decir, y no refleja, ni retribuye de ninguna manera la magnitud de sus contribuciones.

Es importante reflexionar en torno al tema: en cómo nuestra inclusión en las decisiones nacionales no son un gesto de buena voluntad, si no una exigencia democrática, en cómo la desproporción de solo una curul en la cámara de representantes es injusta y debilita nuestra voz y en cómo la falta de puntos para sufragar nos limita a la hora de elegir.

a black and white photo of a street light
Photo by aboodi vesakaran / Unsplash

Estamos en nuestro derecho de levantar la voz y de exigir lo que constitucionalmente nos pertenece. Es necesario que el gobierno colombiano refuerce el diseño de políticas públicas que fortalezcan nuestra inclusión, que nos escuchen, qué nos tengan en cuenta al momento de decidir, que podamos tener una representación política digna, más curules en la cámara de representantes, pero también mejor acceso a los servicios consulares, más puestos de votación o, por lo menos alternativas como el voto en línea.

Que las próximas elecciones presidenciales, sean la oportunidad de un cambio, de generar alternativas, o soluciones que permitan crear un puente entre nosotros y el gobierno colombiano, que realmente nos sintamos incluidos, respaldados, escuchados, que se fortalezca el vínculo y seamos vistos como uno solo no como un problema.

©2025